El pasado pesa, y a veces tanto, que es mejor dejarlo donde está, que ir por la vida cargándolo.
Puede llegar a pesar a tal punto que no te deje avanzar, seguir adelante.
No es recomendable olvidarlo, porque puedes volver a cometer los mismos errores y para nada te servirá la experiencia de vida acumulada, si por conveniencia o no, desconsideras ciertos detalles, de manera selectiva.
Si algo del más allá y que debería estar descansando te atormenta mucho, déjalo en latencia, no permitas que aflore con frecuencia, solo cuando te haga falta llamarlo, regálate ese derecho, eso también forma parte del concepto de control de tu propia vida.
El pasado debe servir como una fuente de consulta y no de conclusiones. Un valioso aporte para tomar una decisión.
Jocosamente, se ha dicho, que quien vive de pasado, son los museos, que mantienen viva una historia, probablemente de la humanidad y además facturan financieramente con eso.
La memoria del mundo, tiene un valor universal y colectivo.
La vida propia, no debe servir para monetizar. De hacerlo, el tiempo se encargará de enviarte la cuenta para que la pagues y puede ocurrir que ninguno de tus millones, consigan saldarla.
Exponer, dividir con otros, compartir lo que haces, lo que puede ser útil a los demás, es bueno, reconforta, ayuda.
Por otro lado, hacer lo mismo con lo que eres, no siempre te traerá la paz que tanto necesitamos, aunque en ocasiones pensemos que no. Estarás dando espacio a cuestionamientos, entrada a quienes no invitaste a tu vida y acceso a lugares que no deben estar abiertos a visitación.
Cometimos errores de índole diversa, mas al mismo tiempo, hicimos y continuamos haciendo tantas cosas buenas y positivas, que no sería apropiado censurarnos, enfocarnos, cobrarnos por tropiezos, que ya el tiempo se habría encargado de juzgarlos lo suficiente y habernos hecho pagar por ellos.
Hay muchas formas de pagar.
Lo importante es no repetirlos.
El pasado fue y es un hecho. Siempre lo será. No tenemos cómo rehacerlo para tratar de subsanarlo.
No merecemos torturarnos al extremo. Ya bastante tenemos con las torturas que los otros nos traen.